Pues un día lluvioso, sitio nuevo para quedar para «ir todos juntitos» -Tío López dixit- cerca de los domicilios de los lopecianos y lejos del equivalente miguelangero. Un jugador llamado Jorge que se despista y va a la otra punta de Móstoles a esperar que le recojan (no lee con corrección los mensajes en los que se le convoca a las 2 de la mañana del domingo) y saliendo por tanto el equipo B más bien justito de tiempo para aparecer en Vallecas. Bueno también aprovechamos para despistarnos en el trayecto, seguramente Miguel Ángel quería comprobar que el camino más corto entre dos puntos es la línea sinusoidal con avenida llena de semáforos en rojo, pero es que el día de las rectas en el plano no fue a clase para ver que no es asiiinnn.

Pues este fario para el encuentro empieza a cambiar ya en las cercanías del  local del rival porque:  a) Encontramos aparcamiento a la primera b) los rivales son majetes y nos esperan sin dar al reloj c) José Antonio aparece con su hija que nos trae buena suerte cuando viene  d) a raiz de una bella visión, surge una conversación machista sobre los jamones versus jamonas, ganando estas últimas, pero vayamos al ajedrez…

 

La verdad es que se dió el encuentro mejor de lo que a priori podría parecer pues nuestros rivales están por ranking en la misma zona que nosotros 40 ellos 43 nosotros y con los mismos puntos, pero fue uno de esos días en que se dio bien el encuentro, que ganamos por 2,5 a 1,5.  Las partidas.  La primera en terminar fue la de Miguel Ángel, que ganó con solvencia, seguidamente gano yo la mía, en la que por diversión pudimos jugar un gambito de rey un tanto rarete, pero con muchas complicaciones como dicta el espíritu de esa apertura. En el momento crítico de la partida en el cual el rival tiene un alfil comprometido, no halla la jugada (1 buena entre 6, las otras pierden) correcta y pierde rápido. José Antonio mientras tanto en el primer tablero está más o menos (tirando a más) palmado pues se dejó pieza en un intercambio en el que se le pasa una retoma de alfil que al final se salva y nuestro Jorge Simón está para ganar, pero ofrece tablas para asegurar el encuentro, el rival acepta y ya están los 3 puntos en el bote. José Antonio aguanta algo más retrasando lo inevitable, y como inevitable que era, palma.

Descanso cortito y al lío de nuevo cambiando colores siendo los rivales los mismos pues sólo acudimos 4 jugadores por equipo. La primera partida en terminar fue la de Jorge, mediante una hábil celada en la que cayó el rival y en pocas jugadas tuvo que rendirse. La siguiente en terminar fue la mía unos veinte minutos más tarde. Un sacrificio de alfil contra el enroque decidió, y esta vez el sacrificio era bueno, ya que contemplaba la posibilidad de que el rival aceptara el sacrificio, pues hemos aprendido de los sacrificios de López, esos que son buenos en todas las variantes, salvo si el rival acepta el regalo. Tengo que reconocer que esto me sale bien una de cada 6 ó 7 veces más o menos, pero era nuestro día, como hemos dicho. 2 a 0 y el encuentro controlado, pues Miguel Ángel tenía gran ventaja, dama contra dos alfiles, y aunque había que afinar un poco, parecía que un peón pasado de torre de Miguel debería decidir, a pesar de los problemas de un rey al descubierto contra los dos puñales. Entre tanto, José Antonio perdió de nuevo en el primer tablero, esta vez de una manera más luchada, 2 a 1  en ese momento y poco después el rival de Miguel abandona, por lo que el marcador quedó con el definitivo 3 a 1.

Pues nada, encuentro completo para nuestros intereses en el que cada uno aportó lo suyo en la victoria. Miguel Ángel, Jorge y Eusebio los puntos y José Antonio su preciosa hija, que siempre que aparece nos da suerte (menos a su padre) y puntuamos.  La vuelta ya sin novedad en línea recta al lejano Móstoles, que pareció más cercano con esta nueva estrategia de las lineas rectas.